¿Qué tal la noche de reyes? Seguro que bien, por estas fechas nadie acaba portándose mal. Yo he tratado de sorprenderlos mientras me colocaban el carbón pero, un año más, ni siquiera han venido para eso. No es que me haya portado mal, lo más probable es que no valga la pena acercarse hasta aquí para tan poco. Yo que siempre he participado de la ilusión de los de oriente, descubrí hace unos años que el día de reyes es sólo para aquéllos que tienen a quien regalar, el resto nos conformamos con ver la cara de felicidad de los niños mientras odiamos un poquito más estas fechas. Solo, delante del teclado, escucho Ben Harper con un disparo de gintonic en la mano y llego a la conclusión de que la única diferencia entre la noche de reyes y el resto de las noches está en el numerito que marca el calendario de mi reloj. Me pregunto que carajo hago a las dos de la madrugada contando esto al aire, en el fondo sé que evito dormir para ahorrarme la decepción de la mañana: no hay árbol, no hay regalos, no hay nadie...
Pero como sé que vosotros sí habéis sido buenos os regalo dos poemas de Luis García Montero, aprovecharlos bien:
Resumen de los hechos.
He hablado con la muerte por teléfono
y he recibido e-mails de amor que se borraron
sin dejar una lágrima de papel amarillo.
Nadie olvide los tiempo, pero nadie se engañe:
al final sólo importan el amor y la muerte.
Otras dudas.
Lo peor
no es perder la memoria,
sino que mi pasado
no se acuerde de mí.
Ser buenos, y que los reyes os traigan muchas cosas.
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