Imagina por un momento que todo lo que tienes desaparece, se pierde como un puñado de arena entre los dedos. Tu vida confortable, tu cálido hogar, esa persona a la que tanto quieres, la familia, lo que eres... todo se esfuma. Piénsalo. Un instante más. ¿Ya?


Dicen que la muerte es lo único que iguala a los hombres, pero eso ni siquiera es verdad en este lugar. Mientras miles de personas matan por un trozo de comida que llevarse a la boca y arrastran por las calles cadáveres de familiares sin saber si podrán enterrarlos o tendrán que dejar que sirvan de pasto a los buitres, los ricos habitantes del distrito privilegiado de Puerto Príncipe escapan del terremoto sin un rasguño. Ellos tienen más de lo que tenían antes, el mercado negro no conoce escasez y pueden costearse más lujo por menos dinero. Para esta gente su principal preocupación es saber si sus clientes importantes y sus asalariados siguen vivos o no.
Desde la Europa rancia y egoísta seguimos todo esto como si de la última gran superproducción del cine americano se tratara. Está ocurriendo, pero no lo parece. Tenemos tanta información que nos cuesta trabajo asimilarla en tiempo real. Nos enfrentamos cada minuto a nuevos datos, cifras, acontecimientos de tal manera que deshumanizamos los hechos y olvidamos que tras esa avalancha de información hay personas. Cada número es un muerto, o una vida salvada, o un desaparecido, o un herido... En España, como siempre, cada uno barre para casa; siempre he creído que Caín era español y liquidó al hermano por cuestiones de herencia. De momento nuestra "clase" política no ha dado mucho el cante. Uno esperaba que Rajoy echara la culpa del terremoto al pesoe (creo que lo está valorando seriamente), mientras Zapatero no tiene muy claro si lo que ha ocurrido ha sido el aleteo de una mariposa o un soplo de aire mal avenido. Tenemos lo que nos merecemos. Pero como siempre la palma se la lleva el clero, con la iglesia hemos topado, no faltaba más. D. José Ignacio Munilla, nuevo obispo de San Sebastián, a los dos días de la tragedia dijo: "existen males mayores que los que están sufriendo los pobres en Haití, como nuestra pobre situación espiritual" se ha cubierto de gloria el pavo. Se espera de esta gente otra cosa ¿no?, que hagan caso a lo que predican al menos. Al día siguiente de soltar esta perla se apresuró a decir que ese comentario estaba sacado de contexto y que se encontraba muy dolido con el medio de comunicación (Cadena SER) que había tergiversado sus palabras. Se olvida el señor obispo que estas declaraciones las hizo en la radio, que vivimos en el siglo XXI y todo queda registrado y que no somos tan imbéciles como piensa. Aquí tenéis lo que dijo, que cada uno
saque sus conclusiones:
Eso sí la primera misa que ha oficiado la ha dedicado a las víctimas del terremoto, vergüenza debía de darle. En fin.
Yo no te diré lo que tienes que hacer o lo que tienes que pensar, si quieres colaborar con la ayuda a Haití mira esto.
Nos ha jodío, Sr. Munilla, estamos de acuerdo que en nuestra sociedad hay una gran miseria moral, de esa de falta de valores y escasez de espiritualidad. Y no me refiero precisamente a las creencias religiosas, que le vamos ha hacer rojilla que es una. Pero en este caso, Sr. Obispo, es mucho más importante la miseria real, esa que por desgracia en Haití es sinónimo de pobreza. Que se supone que de esto debe entender mucho por lo de los votos y eso ¿no Monseñor?.
ResponderEliminarMuy bueno Luis.
Mordaz como siempre. Me encanta.
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