14 febrero 2012

Música en estado puro.


Entre Divas anda, hoy, el juego. Este último año hemos perdido algunas de las mejores que nos quedaban. Se fue la gran Etta James y hace unos días la entrañable inigualable Whitney Houston, al parecer combinó pastillas y algo más que la relajaron hasta el punto de olvidar que el ser humano no es capar de respirar bajo el agua. Cosas que pasan. Claro que han ido emergiendo otros talentos inigualables, dignas herederas de éstas, como la fastuosa y apabullante Adele que se ha cargado de "gramófonos" de oro y ha vuelto a dejarnos boquiabiertos reapareciendo a lo grande tras una operación de cuerdas vocales. También surgió la que iba camino de ser una de las mejores de todos los tiempos, pero decidió seguir el consejo de Nicholas Ray (y no James Dean) “vive deprisa, muere rápido y deja un bonito cadáver” claro que el cadáver de Amy Winehouse sería cualquier cosa menos bonito. Pero ella se merece una entrada propia.
Hoy, sin saber porqué, me empeñado en recordar a una de las grandes divas de la historia: Ruth Lee Jones. Te sonará más si te digo que es la irrepetible Dinah Whashington.


Alguien que nace en una ciudad de nombre tan sonoro como Tuscaloosa (Alabama) está predestinado a dedicarse al mundo de la música, y ella lo hizo allá por el 1924, un caluroso viernes, 29 de agosto. En 1934, una mejicana llamada María Méndez Grever compuso un fantástico bolero titulado “Cuando vuelva a tu lado” que la actriz y cantante argentina Libertad Lamarque cantó en la película Cuando me vaya en 1953 y es esta pieza que tienes a continuación. ¿Qué tiene que ver con Dinah? Cuando la escuches lo sabrás y si no al final lo descubrirás.

Dijeron mil veces que Dinah Washington era la “nueva” Bessie Smith o la “nueva” Billie Holiday, pero no ha existido nadie que se le aproxime en la historia del jazz. Yo, que siento debilidad por Nina Simone, reconozco que la caricia del jazz de Dinah y el zarpazo de su blues te destroza desde el primer momento. Criada en el gospel, en la iglesia de St. Luke’s, en el South Side de Chicago, no obstante fue pionera de este género dirigiendo a su propio grupo como pianista y voz; destacada en el Blues y perfeccionada en el jazz. Dinah lo cantó todo, y todo impecable… A los 14 años ganó un concurso para aficionados en el Regal Theater y desde entonces se dedicó a la canción profana, el demonio se apoderó de su alma… a su madre casi le da un soponcio, si no le dio.

Comenzó a cantar en el Bar Garrick, donde trabaja de camarera, dicen las malas lenguas que incluso llegó a sustituir a la mismísima Billie Holiday. Cantando aquí la descubrió Joe Glaser quien la presentó a Lionel Hampton, director de orquesta, que se llevó a Dinah durante tres años de gira dándole popularidad y el sobrenombre por el que pasaría a la historia, aunque esto último no está muy claro. Comenzó grabando discos de blues, género en el que a mi particularmente me arrebata, consiguiendo sus primero éxitos con temas como “Evil gal blues” o “Blow top blues” en 1945. A partir de aquí comenzó a tocar con gentuza del mundillo como Milt Jackson, Charlie Parker, Dizzie Gillespie, Charles Mingus, lucky Thompson…




Siempre se ha criticado a Dinah por “venderse” en el sentido de hacerse comercial, de entender la música como negocio con el que forrarse por eso, en 1946 ficha por un sello emergente llamado Mercury con el que grabó de todo, con aciertos y errores a partes iguales. Siguió el blues (Blue skies, Good Daddy blues, Bye bye blues…), se adentró en el rhythm & blues, "Baby, get lost" o este "Trouble in mind", incluso en el pop. 



Entre medias de todo este batiburrillo de discos, estilos, temazos y desastres graba en 1954 “Dinah jams” una de las mejores jams sessions jamás grabada. Un año más tarde, en 1955 aparece el disco que la catapulta definitivamente a la fama: Dinah! donde canta temas ya famosos como este “Smoke gets in your eyes” que hace suyos, como con todo lo que tocaba.


Volvería a retomar el jazz más purista y el blues, género en el que a mi me mata desde que sentenciara un día: “El blues no es otra cosa que una mujer llorando por su hombre” y si te lo dice así, te lo crees sin rechistar…


Ahora es cuando tienes que recordar el bolero con el que abríamos esta entrada, porque en 1959 graba la canción que convierte a la artista en estrella: “What a difference a day made”. Disco de oro, Grammy, primeros puesto de lista Billboard y un disco único en las historia del jazz con temas como este Cry me a river que me mata…, I remember you, I thought about you, Manhattan, Time alter time…

 Siguió cantando baladas y canciones de amor con éxito apabullante, seguro que te suena la siguiente.



Pero el tiempo pasa para todos y para las divas también. Dinah acabó convertida en una atracción de feria parodia de sí misma envuelta en una vida turbulenta a más no poder: siete divorcios, decenas de amantes, exigencias y caprichos desmedidos, miles de excentricidades… se fundió su fortuna en coches de lujo, abrigos de pieles y zapatos caros entre otras cosas y encarnó a la perfección el papel de diva ante un público que la adoraba y le perdonaba lo que fuera. Durante una actuación en Londres, la cantante agarró el micro y dijo: “Sólo hay un cielo, una tierra y una reina. La reina Isabel es una impostora…” el público se hizo polvo aplaudiendo.


Era extremadamente coqueta, como casi todas las grandes damas. Vivía obsesionada con su peso hasta el punto de que el sábado 14 de diciembre de 1963 combinó de forma mortal somníferos, píldoras adelgazantes y alcohol que dio al traste con sus 39 años. Dinah Whashigton fue enterrada en el cementerio de Burr Oak (Chicago).



La verdad es que no hay motivo para haber elegido a Dinah y no a cualquier otra. Quizá porque una mujer con siete divorcios puede ser una buena representante para este día o quizá porque alguien que cante algo como esto me enamora hasta acabar conmigo….


Recuerda: el amor no se compra, ¿ni se vende?


1 comentario:

  1. ¡Grande Dinah! Alguien que ha rozado la perfección en lo musical y la imperfección (o no) en lo personal la convierten en una combinación arrebatadora que, ya hemos visto repetida en el tiempo por otras grandes divas. Gracias, porque por un momento nos has teletransportado a una noche de Sábado en un Club de...pongamos ¿Chicago?.¡Lástima abrir los ojos!

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