Caminaba con Lorraine bajo la gélida noche de
la ciudad dormida, embozado en la gabardina y con mi viejo sombrero negro
calado hasta las cejas. A pesar de la temperatura, ella vestía una estrecha
minifalda y unas botas altas que me permitían ver sus piernas lo suficiente
como para distraer mi atención del camino. Nos detuvimos en una de tantas
recreaciones de buena vida y armonía que por estas fechas inundan la ciudad. Por muchas
historias que me cuenten, amigo mío, me decía una noche Freddy con su voz de
lija, yo seguiré pensando que aquel pueblo fue un trocito de tierra que algún
poderoso rey regaló a Belén, la más bella de sus fulanas, que terminó
volviéndolo loco con la mágica danza de su vientre envenenado. Me encantaría
vivir ahí dentro contigo, dijo Lorraine apretándome el brazo, siempre que
hubiera un buen burdel donde poder trabajar.
23 diciembre 2012
Sobre profecías y otros desvaríos
Adiós al mundo tal y como lo conocimos. Desde ayer
nada será lo mismo porque todo llegó a su fin, qué le vamos a hacer ya nos
avisaron. A pesar de todo, quiero romper una lanza en favor de Los Maya, que no
son un grupo flamenco nacido de algún suburbio español, sino una civilización listísima
extraordinaria que predijo, entre otras cosas, el fin de los tiempos...
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