Adoro las ferias del libro. Cuanto más antiguos, gastados y roñosos estén, mejor. Tengo por costumbre visitar todas las que puedo y quedan a mi alcance, siempre encuentro algo que me interese y si no me lo invento. Soy para los libros como las urracas para lo brillante, los atesoro con sumo cuidado, me encanta olerlos, tocarlos, acariciarlos y, por supuesto... leerlos.
Por desgracia cada vez hay menos ferias de este tipo, quizá porque en realidad cada vez quedan menos libros físicos y más digitales, tal vez porque la gente prefiere más "tableta" y menos libreta, o qué se yo.