Recordar el subtítulo de este blog antes de leer esto...
Hay ocasiones en las que sólo te apetece mandarlo todo al carajo. Desaparecer del mapa, cambiar de vida, de aire, de entorno, de piel incluso, volar, escapar... que no huir. Al menos, a mi me ocurre con cierta frecuencia, coincide por norma con el cambio de estaciones y los más cercanos a mi lo sufren en silencio, y sin emoal (que ya es jodido).
Creo que me pasa desde que tengo uso de razón y no sucede por nada ni nadie en concreto, sólo por mi, que no es poco. Probablemente sea porque padezco el "Síndrome del Coyote" (que me acabo de autodiagnosticar): esa sensación de llegar tarde a todas partes, como el del Correcaminos; llego a donde siempre quise estar, con buena disposición y con intención pero el puto pájaro ya ha pasado hace años por allí... cosas que pasan